Más de 2.000 millones de personas en el mundo carecen de agua potable y 3.250 millones no cuentan con los servicios elementales de saneamiento. Por año mueren cerca de 11 millones a causa de ello. En nuestro planeta, sólo un tres por ciento de la superficie líquida es agua dulce, pasible de ser convertida en agua para el consumo humano, y la mayor parte de ella permanece congelada en las zonas polares y en las altas cumbres. Debido al crecimiento demográfico y al tratamiento incorrecto de las aguas servidas, el líquido vital está convirtiéndose en un lujo para muchos, llegándose a debatir su privatización.