10.5.11

Higüey: impunidad y reincidencia

(susipola@gmail.com)
Escrito por: Susi Pola: Las violaciones sexuales a menores, asociadas a violadores sacramentales, se vuelve tema recurrente en Higüey, con la noticia del presunto violador de niñitas entre 3 y 7 años, director del preescolar paradójicamente llamado Mis dos Tesoros, al que las afectadas asistían. La impunidad no juega y si no se cierran con decoro y justicia los capítulos “sucios” de la vida de un pueblo, la condena es a que se vuelvan a abrir.

En el año 2005, un grupo de sacerdotes y feligreses fueron acusados por nueve menores, ocho niñas y un niño, de haberles violado sexualmente, entre otras atrocidades, cometidas en el “Hogar La Ciudad de los Niños, San Francisco Javier”, de San Rafael del Yuma, en Higüey, una historia que terminó con la muerte de todos los acusados que no eran sacerdotes y también asociada al fuego a la cárcel de esa ciudad porque allí perecieron acusados  implicados.

En 2005, el caso se cerró porque todas las personas implicadas públicamente, murieron de “muerte natural” o en el fuego de la cárcel junto a las 134 personas que perecieron allí, en el incendio considerado el peor de la historia dominicana. El caso de Rafael de Yuma, forma parte de uno de esos capítulos sucios que quedaron abiertos y en total impunidad, por lo que están condenados a reproducirse.

En estos momentos, el pastor condenado por los abusos sexuales a  tres niñas, está en prisión. Mateo Montilla, director interino del colegio  mencionado y pastor de una iglesia de la localidad, de acuerdo a los datos aportados por las investigaciones, habría abusado de tres de cinco niñas hasta ahora interrogadas por la psicóloga encargada; a una de ellas, varias veces castigándola primero por acciones escolares y luego, “consolándola” con manoseos sexuales, para lo que la llevaba a la propia casa del pastor, encima del colegio; a la otra, tocándola indebidamente  dos veces; y una tercera, llevándola a la dirección para besarla en la boca y  además tocarla.

En nuestro país estos sucesos solo son noticia un par de días, por la poca vocación de proteger a la niñez, condición del Estado y de la población, y  de las iglesias que se aprovechan de la desidia entronizada para mantener en buen lugar a sus ordenados implicados.

En otros países, las iglesias han debido sucumbir a la presión de la ciudadanía, a las demandas de los/as afectados/as y también del Estado, pero en la República Dominicana aún nos aferramos a las apariencias y al miedo a los poderosos, mostrando una indefensión aprendida de la que tenemos que salir en algún momento para poder vivir con dignidad.

Es posible que esta vez haya condena, porque un pedófilo en soledad y sin purpurado que lo proteja, quizá reincidente, no amedrenta a nadie. ¡Ojalá se castigue éste y el otro crimen, al recordarlo!
Fuente: El nacional