Jueves 25 de Junio de 2009
Fuente : Jimena Villegas, El Mercurio
Como todos los grandes genios de la música, sólo pudo construir su legado artístico mezclando su propia sangre con el talento que recibió.
Michael Jackson, el rey del pop; el negro que se hizo blanco; el menor de los Jackson Five; el hombre-niño que hizo famoso aquel paso de baile que iba de adelante para atrás, está muerto.
Jacko, como le decían sus enemigos, falleció a los 50 años, tras sufrir un paro cardiaco en el Centro Médico de UCLA adonde ingresó de urgencia llevado por un equipo de paramédicos que lo sacó moribundo a mediodía de la casa que el artista alquilaba en Los Angeles.
Jackson ha muerto y el impacto es mundial.
Que sufrió el maltrato de su padre, Joseph, quien admitió que azotaba a su niño talentoso. Que él mismo se transformó en un acosador capaz de tapar sus maldades pagando plata a sus víctimas para que callaran. Que gastaba más de lo que tenía, y que por eso debió hipotecar su rancho Neverlad y hacer un contrato de residencia en el O2 de Londres, que partía en un mes más y que acaba de quedarse sin su estrella.
Que su nariz no soportaba una operación más, como tampoco su piel que –se decía- estaba acosada por el cáncer. Que se aprovechaba del príncipe de Bahrein, quien además de alimentarlo le permitía salir a la calle vestido de mujer.
Que sus pobres hijos, Prince Michael I, Paris Michael Katerine y Prince Michael II, sufrían las excentricidades de su extraño padre.
Sí, todos esos horrores era Michael Jackson, y probablemente muchos más que jamás llegaremos a conocer.
Porque, como todos los grandes genios de la música, sólo pudo construir su legado artístico mezclando su propia sangre con el talent
o que recibió.
Un recuerdo eterno
Si su delgada figura parecía cargar con un compendio de lo peor de la condición humana, encima de eso, mucho más allá, está aquello por lo que lo recordaremos eternamente: sus canciones.
Ese puñado de temas que marcaron los 80 y parte de los 90, y que hablan de un tipo capaz de cambiar las reglas del pop.
Michael Jackson no sólo tiene a su haber uno de los más espeluznantes y mejor hechos videoclips de todos los tiempos, "Thriller". También posee en su lista de tesoros una de las baladas más lacrimógenas y efectivas, "Ben".
Y esa canción de calcetines blancos con mocasines negros llamado "Billie Jean". Y sobre todo tiene esa etapa originaria al alero de Motown junto a sus hermanos, la de los Jackson 5.
Puro soul, pura magia negra, puro poder plasmado en temas -por citar los obvios- como "A b c", "I want you back", "Can you feel it?" o "Blame it on the boogie", que pasada al castellano es la canción de batalla con que nuestro Luis Miguel cierra sus conciertos.
Michael Jackson ha fallecido, y en el mundo millones de fanáticos lloran. Antes de morir Jackson era una leyenda. Ahora que está muerto en realidad descubrimos que era inmortal.
Michael Jackson, el rey del pop; el negro que se hizo blanco; el menor de los Jackson Five; el hombre-niño que hizo famoso aquel paso de baile que iba de adelante para atrás, está muerto.
Jacko, como le decían sus enemigos, falleció a los 50 años, tras sufrir un paro cardiaco en el Centro Médico de UCLA adonde ingresó de urgencia llevado por un equipo de paramédicos que lo sacó moribundo a mediodía de la casa que el artista alquilaba en Los Angeles.
Jackson ha muerto y el impacto es mundial.
Que sufrió el maltrato de su padre, Joseph, quien admitió que azotaba a su niño talentoso. Que él mismo se transformó en un acosador capaz de tapar sus maldades pagando plata a sus víctimas para que callaran. Que gastaba más de lo que tenía, y que por eso debió hipotecar su rancho Neverlad y hacer un contrato de residencia en el O2 de Londres, que partía en un mes más y que acaba de quedarse sin su estrella.
Que su nariz no soportaba una operación más, como tampoco su piel que –se decía- estaba acosada por el cáncer. Que se aprovechaba del príncipe de Bahrein, quien además de alimentarlo le permitía salir a la calle vestido de mujer.
Que sus pobres hijos, Prince Michael I, Paris Michael Katerine y Prince Michael II, sufrían las excentricidades de su extraño padre.
Sí, todos esos horrores era Michael Jackson, y probablemente muchos más que jamás llegaremos a conocer.
Porque, como todos los grandes genios de la música, sólo pudo construir su legado artístico mezclando su propia sangre con el talent
o que recibió.
Un recuerdo eterno
Si su delgada figura parecía cargar con un compendio de lo peor de la condición humana, encima de eso, mucho más allá, está aquello por lo que lo recordaremos eternamente: sus canciones.
Ese puñado de temas que marcaron los 80 y parte de los 90, y que hablan de un tipo capaz de cambiar las reglas del pop.
Michael Jackson no sólo tiene a su haber uno de los más espeluznantes y mejor hechos videoclips de todos los tiempos, "Thriller". También posee en su lista de tesoros una de las baladas más lacrimógenas y efectivas, "Ben".
Y esa canción de calcetines blancos con mocasines negros llamado "Billie Jean". Y sobre todo tiene esa etapa originaria al alero de Motown junto a sus hermanos, la de los Jackson 5.
Puro soul, pura magia negra, puro poder plasmado en temas -por citar los obvios- como "A b c", "I want you back", "Can you feel it?" o "Blame it on the boogie", que pasada al castellano es la canción de batalla con que nuestro Luis Miguel cierra sus conciertos.
Michael Jackson ha fallecido, y en el mundo millones de fanáticos lloran. Antes de morir Jackson era una leyenda. Ahora que está muerto en realidad descubrimos que era inmortal.