La isla caribeña tiene razones de peso para no integrarse de inmediato a la OEA. Motivos que tienen menos que ver con ideología política que con la necesidad de la élite cubana de conservar el status quo. La Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA) celebrada el pasado miércoles 3 de junio en la ciudad hondureña de San Pedro Sula fue escenario de un forcejeo diplomático memorable que, pese a divergencias irresueltas, permitió a los involucrados vanagloriarse de haber alcanzado su meta: el levantamiento de la sanción por la que se expulsó a Cuba del sistema interamericano en 1962.
Varios países latinoamericanos emprendieron una campaña para que se readmitiera a Cuba en el seno de la OEA; Estados Unidos presionó para que la resolución final pusiera como condición el mejoramiento de los estándares en materia de derechos humanos y participación democrática en la isla.
Venezuela, Nicaragua, Bolivia y Ecuador rechazaron esa condición, aprovechando para traer a cuento el añejo intervencionismo político estadounidense en la región y la tendencia de la OEA a callar al respecto. Al final, la delegación estadounidense terminó aceptando que la resolución viera la luz con una versión suavizada de sus exigencias.
Ironías de la historia
Después de tantos esfuerzos, no son pocos los que observan con desconcierto la negativa de Cuba a aceptar la invitación a integrarse al sistema interamericano. Sin embargo, a juicio de Claudia Zilla, politóloga especializada en América Latina e investigadora de la Fundación Ciencia y Política de Berlín (SWP, sus siglas en alemán), no es ninguna sorpresa que el gobierno cubano alegue no tener interés en ingresar a las filas de la organización.
“Ya Fidel Castro se había pronunciado al respecto en una de sus reflexiones, luego de que el Secretario General de la OEA, José Miguel Insulza, se manifestara a favor de aceptar nuevamente a Cuba. De modo que no es una reacción imprevista”, sostiene Zilla.
“Lo que ocurre es que en la Cuba pos Fidel lo importante para la estabilidad del régimen es mantener las filas cerradas. Cualquier movimiento que pueda poner en riesgo la homogeneidad de la élite va a ser evitado y yo creo que mostrar demasiada cercanía a las instituciones en donde también están representados los Estados Unidos puede generar expectativas que crearían fricciones y ciertas divisiones internas. Cuba va a meditar muy bien qué movimientos hacer y cuáles no en un proceso de acercamiento a estas instituciones para ver qué riesgos se corren internamente”.
Un apoyo sin precedentes
El Dr. Bert Hoffmann, experto en materia de desarrollo político y social de Cuba y el Caribe del Instituto de Estudios Latinoamericanos del GIGA en Hamburgo, ve la posición del gobierno cubano desde una perspectiva similar: “Para Cuba, el levantamiento de la sanción de la OEA es un éxito ambivalente. Por un lado, queda claro que el apoyo diplomático proveniente de Latinoamérica ha alcanzado su punto más alto. Visto históricamente, se trata de un apoyo espectacular. Por otro lado, ahora le toca a Cuba reaccionar y eso la pone en una posición incómoda. Cuba es ahora un país ‘autoexcluido', porque la OEA ya dijo que le está permitida la entrada a su seno, siempre y cuando articule su intención de hacerlo”, explica Hoffmann.
“La entrada a la OEA supone compromisos. Fidel no quiere que Cuba entre en una organización en la que Estados Unidos tiene mucho peso y además ver al Gobierno cubano obligado a cumplir con un documento como la Carta de la OEA”, sigue Hoffmann. “Los sectores intransigentes en el liderazgo cubano todavía perciben a la OEA como una especie de trampa: la OEA va a exigir la firma de la Carta y Cuba se verá obligada a hacer concesiones. Ése es el miedo que se tiene, aún cuando esa Carta es muy flexible; no es una ‘ley dura'. Entonces, no se trata solamente de un asunto ideológico sino que es parte de la estrategia de conservación del poder”.
El embargo es otra cosa
Está por verse si el levantamiento de la sanción contra Cuba en el marco de la OEA viene de la mano del levantamiento del embargo que Estados Unidos ha empleado como medida de presión socioeconómica contra el gobierno castrista.
“Yo no diría que las condiciones están dadas en Estados Unidos para que el embargo contra Cuba pueda ser levantado. Sin embargo, tampoco se puede descartar que ocurra en un futuro cercano, bajo el gobierno de Obama”, agrega Zilla. “Después de todo, hace algunos años nadie hubiera creído en la posibilidad de que se levantara esta sanción contra Cuba en el marco de la OEA. Lo que acaba de tener lugar en esa organización fue mucho más allá de lo que algunos pronosticaron”.
Autor: Evan Romero-Castillo
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