Saemina tiene reclutados a veinticinco alumnos, entre niños y jóvenes. Vive con ellos a cuestas porque desea que instruirlos mejor más dentro del mundo de la cultura. Ella sabe que sus alumnos, mientras mejor dibujen, escriban, bailen y sepan de música, mejor dominicanos serán. Mañana tarde y noche les imparte clases de piano, flauta, campanas y otros instrumentos en la Casa de la Cultura de Higüey y es feliz porque sabe de la utilidad de su labor.
Ella es una de las 33 voluntarias de la Agencia de Cooperación Internacional de Corea (KOICA) que actualmente prestan sus servicios en la República Dominicana, en su caso, en el área de las artes.
Tiene 27 años de edad, pero aparenta menos. Trae consigo ese dinamismo que se respira en las calles de Seúl y que se ha convertido en el toque de distinción de los coreanos a lo largo y ancho del mundo.
Lleva apenas lleva un año en el país y ya lo siente como el suyo. Cuando llegó a la ciudad de Higüey, no existía una escuela de música. Ella se propuso crearla y así se lo hizo saber a Crispina Sánchez, directora de la Casa de la Cultura, institución que en esos momentos, también se encontraba cerrada por falta de recursos.
A la promotora cultural le gustó el optimismo de aquella joven que decidió dedicar dos años de su vida a compartir los sueños y anhelos de la ciudad de la Basílica, y juntas comenzaron a reacondicionar el local que, a pesar de las pequeñas dimensiones de su espacio físico, podía servir, a la vez, de escuela musical y centro de arte. Pintura a pintura, escombro a escombro, silla a silla, careta a careta, aquel lugar casi abandonado comenzó a tomar forma. Y mientras trabajaban en medio del desorden provocado por los trabajos de construcción, también se daban clases.
Hasta un pequeño baño sin condiciones higiénicas fue rescatado y hoy funciona con apropiadas condiciones, tanto para mujeres, hombres, niñas y niños.
La directora
“Por Saemina es que tenemos todo esto aquí. Ella es la que ha dado la cara, comprando materiales e instrumentos para que las clases no dejaran de funcionar mientras se reconstruía la Casa de Cultura. Además, fue quien me dijo que le escribiera a KOICA en busca de los recursos para comprar los instrumentos y equipos que hoy tiene la Casa de la Cultura”, dice Crispina Sánchez y en su rostro porta un sentimiento de inmensa gratitud hacia la joven surcoreana y la institución que la llevó a Higüey.
La directora de la Casa de la Cultura local es una mujer que sabe buscar. Ha consagrado su vida a enriquecer la labor espiritual de sus compueblanos, y a apoyar cualquier iniciativa tendente a lograrlo. Por eso siente orgullo al hablar de Saemina: “Es increíble la cultura que tiene esta joven coreana. Es incansable. Desde que se levanta solo hace trabajar. Ella da clases de música, de danza, de teatro y está constantemente dispuesta a todo. Los niños y jóvenes de la ciudad la ven como una maestra, y como una amiga”, concluye.
Casa de la Cultura
La viceministra de cultura, Bernarda Jorge, se veía feliz. Ella, que ha dedicado su vida a la enseñanza de la música, sabe lo que significa que la República Dominicana pueda contar con cooperantes internacionales que amen esta manifestación artística, y que estén dispuestos a compartir su sabiduría con los niños y jóvenes.
BERNARDA JORGE RESALTA LABOR COREANA
Ella llegó a Higüey esa mañana para inaugurar la reinauguración de la Casa de la Cultura en la cual, la institución oficial que ella representa, también puso su grano de arena. Doña Bernarda estaba feliz, realizada, como si hubiera convertido en realidad otro de sus melodiosos sueños: “La ayuda que estaban brindado al país los voluntarios de KOICA es muy importante, en este caso, en el terreno del arte. Son jóvenes cultos, laboriosos y ejemplares. En este acto he vuelto a observar una virtud que ellos tienen y que me ha llamado siempre la atención: el trabajo en equipo. Cuando uno de ellos hace un trabajo, viene el resto de los voluntarios a apoyarlo. Usted puede comprobar cómo está lleno este salón de jóvenes coreanos que trabajan en otras áreas, en otras provincias, para ayudarse entre ellos mismos y hacer que la actividad quede mejor. Eso es muy importante”.
Un espectáculo
Después de la ceremonia oficial y del corte de cintas, donde intervinieron, además, autoridades locales, Se desarrolló un programa cultural preparado por la propia Saemina. Ella tocó el piano e incorporó a sus estudiantes a la ejecución de melodías; además, la danza hizo su acto de presencia con ritmos típicos dominicanos, ejecutados también por alumnos entusiastas que tienen un futuro por delante.
El donativo
El monto del donativo realizado por KOICA para la reinauguración de la Casa de la Cultura de Higüey, tramitado a través de la joven voluntaria Saemina Hyon ascendió a la suma de diez mil dólares. Con esa cantidad, se compró un piano, dos aires acondicionados, libreros, instrumentos musicales, pentagramas, un equipo de música, bocinas y la reparación del baño, entre otros.
Fuente: Listin Diario -Luis Beiro
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