Los anuncios de hoy de cambios en importantes ministerios del gobierno cubano vienen a confirmar que se está acercando la “muerte política” de Fidel Castro. Con la salida de Felipe Pérez Roque del Ministerio de RR.EE. y de Carlos Lage como presidente del Consejo de Ministros están saliendo de sus cargos dos representantes del fidelismo aunque con diferentes signos – tradicionalista uno, reformista el otro.
Con esta solución salomónica, Raúl no ha dado señales al partido comunista con respecto a una inclinación por uno o por el otro lado sino aprovechó el cambio para fortalecer su propia posición en el poder al nombrar personal militar cercano a su mando tradicional de Jefe de las Fuerzas Armadas del país.
Pero más allá de la salida de Pérez Roque y Lage llama la atención la destitución del Ministro de Economía y Planificación, José Luis Rodríguez, y la fusión de varios ministerios. Estas medidas llevan un claro mensaje de mayor eficacia y eficiencia en la gestión gubernamental, especialmente en aquellos sectores que son centrales para la supervivencia del sistema cubano:desarrollo económico, salud y educación. Los nombramientos en las respectivas carteras siguen el modelo de “sucesión militar”, es decir, asumen los viceministros en aras de lograr una mejora sustancial en la entrega de resultados a una ciudadanía cansada de anuncios de cambio que no se materializan.
Se sigue implementando un modelo tecnocrático de poder sin que se estén vislumbrando claros indicios hacia un programa de reformas del sistema o de apertura económica. Rául Castro por esta vía no logra dar una señal de golpe de timón, sino de un gobierno mejor que logre prestar más eficazmente sus servicios al ciudadano.
Con esta solución salomónica, Raúl no ha dado señales al partido comunista con respecto a una inclinación por uno o por el otro lado sino aprovechó el cambio para fortalecer su propia posición en el poder al nombrar personal militar cercano a su mando tradicional de Jefe de las Fuerzas Armadas del país.
Pero más allá de la salida de Pérez Roque y Lage llama la atención la destitución del Ministro de Economía y Planificación, José Luis Rodríguez, y la fusión de varios ministerios. Estas medidas llevan un claro mensaje de mayor eficacia y eficiencia en la gestión gubernamental, especialmente en aquellos sectores que son centrales para la supervivencia del sistema cubano:desarrollo económico, salud y educación. Los nombramientos en las respectivas carteras siguen el modelo de “sucesión militar”, es decir, asumen los viceministros en aras de lograr una mejora sustancial en la entrega de resultados a una ciudadanía cansada de anuncios de cambio que no se materializan.
Se sigue implementando un modelo tecnocrático de poder sin que se estén vislumbrando claros indicios hacia un programa de reformas del sistema o de apertura económica. Rául Castro por esta vía no logra dar una señal de golpe de timón, sino de un gobierno mejor que logre prestar más eficazmente sus servicios al ciudadano.
Solamente el nuevo ministro de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez Parrilla, representa una señal de mayor flexibilidad en materia de política exterior, no en términos de superar intransigencias del pasado sino especialmente de utilizar los diferentes referentes exteriores de Cuba de manera más hábil para solventar la crisis interna. Es en este campo donde se decidirá la suerte del raulismo que ahora se encuentra con mayores facilidades para hacer realidad su programa de reformas limitadas.
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